Hoy tengo el día de reflexión, o reflexivo no lo se muy bien. Lo cierto es que he mientras me tomaba un cafetito de media tarde en mi terracita... (ainsss que feliz soy con mi terracita) miraba al cielo, y veia el sol ir y venir, cubriendose, tapandose o quizás escondiendose con las nubes y pensaba, muy filosofica yo, que la vida no son más que nubes y claros, más que idas y venidas, que cuando todo parece ir bien, cuando el cielo está completamente despejado, siempre acecha una nube, puede que no de tormenta, pero si de esas que te tapa los rayos de sol, y quizá son esas las peores las que no ves venir, porque esas te roban el sol que añorabas...
En fin, que voy a ver si os dejo una perlita... y me olvido de mis nubes y claros....
Ciento veinte escalones. Ni uno más ni uno menos. Aquello era lo que le separaba de su primer día de trabajo. Y maldita sea la hora en el que el ascensor había decidido fallar, y malditas las normas del ministerio que impedía aparecerse en el interior del edificio, y maldita sus pocas ganas de hacer ejercicio aquella mañana. Pero quien podría hacerlo después de la apoteosica noche que acaba de pasar. Su última noche como novato, tenía que celebrarla por todo lo alto, alcohol, musica, algun tipo de droga blanda puede que alguna dura, y hombres. Guapos, y con poco cerebros, perfectos para un buen polvo, quizás dos y asi seguir adelante sin ponerles nombres a aquellos rostros perfectos.
Hermione, la voz de su conciencia - un tanto aguda, solía decirle que le traspasaba el timpano - era quien le decía que aquello no estaba bien, que entendía que era joven y quisiera disfrutar de la vida, pero que debía poner freno a sus escapadas nocturnas, a sus cada vez más constantes polvos ocasionales, y sobre todo y lo que más odiaba Hermione, a su casi ausencia de sentimientos.
¿Pero quien los necesitaba? Había sufrido por tenerlos, al borde de la muerte por dolor por aquella necesidad imperiosa de amar y de ser correspondido, que ahora se negaba por completo a sentir. Si bien quería a su padre, a sus hermanos, también a Sirius y a Hermione, aquello no implicaba un dolor tan grande como todo lo que Devon había supuesto para él.
¡Maldición! No era el momento para pensar en él. No ahora, ya no más.
Uno por uno subió los escalones que le llevaron a la planta de la división ZERo, su nuevo destino, el mejor al que cualquier auror podía esperar, y él estaba dentro. Avanzó por el pasillo y se detuvo frente al escritorio del guardia, que vigilaba la zona.
- Nombre - dijo el hombre sin levantar la vista del profeta.
- Malfoy, Draco Malfoy.
- ... - levantó la vista y con una de las peores muecas de disgusto rebuscó entre los archivos, le tendió una pequeña identificación - No la pierda, llevela siempre consigo. Está prohibido el uso de cualquier tipo de magia en el interior del departamente, interfería con las investigaciones que se realizan en la sala contigua.
- Conozco las normas - le dijo tomando de forma ruda la identificación.
- Que tenga un buen día - le dijo en tono despectivo.
Draco ni siquiera se dignó a mirarle. Estaba acostumbrado a aquello, por mucho que su padre hubiera intentado lavar el apellido de su familia, ser un Malfoy, seguía siendo - a día de hoy - una lacra en el mundo magico. Con paso firme y decidido avanzó hasta la ultima puerta, tras la que se encontraría a su nuevo jefe, llamó un par de veces a la puerta, y entró.
- Buenos días, el auror Draco Malfoy, se presenta para su incoporación a la unidad señor.
- Malfoy, ¿eh? - dijo el hombre mirandole de arriba a abajo
- Si, señor.
- Entra, sientate - Draco obedeció - No me gustas - le dijo con sinceridad - he leido los informes de tus practica, de tus antiguos jefes, y tu caracter viene a ser como tener un grano el culo.
- Verá...
- No me interrumpas - le dijo - Eres altivo, chulo, un buscapleitos y encima un Malfoy, una joyita vamos - crispó sus dedos apretando con fuerza su tunica - pero ¿sabes? - tomó unas carpetas del escritorio - esto es todo lo que se de ti, todos tus informes, tus notas - los tiró en la papelera
- Pero... ¿que hace?
- No me importa tu pasado, no me importa tu caracter. Lo único que se y me importa, es que eres el mejor auror que han visto mis ojos en mucho tiempo, por eso estás aqui - Draco no pudo evitar sonreir - te pongo con Granger, en trabajos como este tener un amigo en necesario. Ahora vete.
- Gracias, señor - se levantó y caminó hacia la puerta.
- Malfoy, no al cagues.
Draco salió del despacho con una extraña mezcla de sentimientos, buscó por los cubiculos la melena castaña de su mejor amiga.
- Sangre sucia, besa a tu nuevo compañero - Draco le cogió el rostro y le plantó un beso en los morros.
- ¡Draco! - gritó, limpiandose los labios con la mano.
- Vamos cariño, se que me amas.
- Ya... ya... - le miró de arriba a abajo - ¿Como es posible que tengas ese aspecto después de lo de anoche?
- Secreto profesional - sonrió de medio lado - Vamos a desayunar.
- Tenemos trabajo.
- Que espere, acaban de decirme que soy el mejor auror del ministerio, hay que celebrarlo.
- Siempre encuentras algo por lo que celebrar, ¿no?
- Es posible.
Aquella noche, Draco tambien salió a celebrar, y la siguiente, y también la de despues, siempre encontró motivo para celebrar, pero fue capaz de dejar con la boca abierta a todos sus compañeros. Y el jefe, volvió a reconocer, que Draco era el mejor.
........................
Joyita dentro del mundo de LQLVE.
Gracias por estar al otro lado de la pantalla.
Besis
Hermione, la voz de su conciencia - un tanto aguda, solía decirle que le traspasaba el timpano - era quien le decía que aquello no estaba bien, que entendía que era joven y quisiera disfrutar de la vida, pero que debía poner freno a sus escapadas nocturnas, a sus cada vez más constantes polvos ocasionales, y sobre todo y lo que más odiaba Hermione, a su casi ausencia de sentimientos.
¿Pero quien los necesitaba? Había sufrido por tenerlos, al borde de la muerte por dolor por aquella necesidad imperiosa de amar y de ser correspondido, que ahora se negaba por completo a sentir. Si bien quería a su padre, a sus hermanos, también a Sirius y a Hermione, aquello no implicaba un dolor tan grande como todo lo que Devon había supuesto para él.
¡Maldición! No era el momento para pensar en él. No ahora, ya no más.
Uno por uno subió los escalones que le llevaron a la planta de la división ZERo, su nuevo destino, el mejor al que cualquier auror podía esperar, y él estaba dentro. Avanzó por el pasillo y se detuvo frente al escritorio del guardia, que vigilaba la zona.
- Nombre - dijo el hombre sin levantar la vista del profeta.
- Malfoy, Draco Malfoy.
- ... - levantó la vista y con una de las peores muecas de disgusto rebuscó entre los archivos, le tendió una pequeña identificación - No la pierda, llevela siempre consigo. Está prohibido el uso de cualquier tipo de magia en el interior del departamente, interfería con las investigaciones que se realizan en la sala contigua.
- Conozco las normas - le dijo tomando de forma ruda la identificación.
- Que tenga un buen día - le dijo en tono despectivo.
Draco ni siquiera se dignó a mirarle. Estaba acostumbrado a aquello, por mucho que su padre hubiera intentado lavar el apellido de su familia, ser un Malfoy, seguía siendo - a día de hoy - una lacra en el mundo magico. Con paso firme y decidido avanzó hasta la ultima puerta, tras la que se encontraría a su nuevo jefe, llamó un par de veces a la puerta, y entró.
- Buenos días, el auror Draco Malfoy, se presenta para su incoporación a la unidad señor.
- Malfoy, ¿eh? - dijo el hombre mirandole de arriba a abajo
- Si, señor.
- Entra, sientate - Draco obedeció - No me gustas - le dijo con sinceridad - he leido los informes de tus practica, de tus antiguos jefes, y tu caracter viene a ser como tener un grano el culo.
- Verá...
- No me interrumpas - le dijo - Eres altivo, chulo, un buscapleitos y encima un Malfoy, una joyita vamos - crispó sus dedos apretando con fuerza su tunica - pero ¿sabes? - tomó unas carpetas del escritorio - esto es todo lo que se de ti, todos tus informes, tus notas - los tiró en la papelera
- Pero... ¿que hace?
- No me importa tu pasado, no me importa tu caracter. Lo único que se y me importa, es que eres el mejor auror que han visto mis ojos en mucho tiempo, por eso estás aqui - Draco no pudo evitar sonreir - te pongo con Granger, en trabajos como este tener un amigo en necesario. Ahora vete.
- Gracias, señor - se levantó y caminó hacia la puerta.
- Malfoy, no al cagues.
Draco salió del despacho con una extraña mezcla de sentimientos, buscó por los cubiculos la melena castaña de su mejor amiga.
- Sangre sucia, besa a tu nuevo compañero - Draco le cogió el rostro y le plantó un beso en los morros.
- ¡Draco! - gritó, limpiandose los labios con la mano.
- Vamos cariño, se que me amas.
- Ya... ya... - le miró de arriba a abajo - ¿Como es posible que tengas ese aspecto después de lo de anoche?
- Secreto profesional - sonrió de medio lado - Vamos a desayunar.
- Tenemos trabajo.
- Que espere, acaban de decirme que soy el mejor auror del ministerio, hay que celebrarlo.
- Siempre encuentras algo por lo que celebrar, ¿no?
- Es posible.
Aquella noche, Draco tambien salió a celebrar, y la siguiente, y también la de despues, siempre encontró motivo para celebrar, pero fue capaz de dejar con la boca abierta a todos sus compañeros. Y el jefe, volvió a reconocer, que Draco era el mejor.
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Joyita dentro del mundo de LQLVE.
Gracias por estar al otro lado de la pantalla.
Besis